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Una encuesta realizada por PwC en 2023 reveló que 49% de los inversores mundiales consideran que los factores ASG son clave en su proceso de toma de decisiones de inversión, un claro indicio de la creciente importancia de los ASG en la comunidad financiera [1]. Además, 65% de los consumidores afirman que es más probable que inviertan en empresas con sólidos compromisos ASG. La creciente integración de las consideraciones ASG en las estrategias de inversión pone de relieve el creciente reconocimiento de su valor no sólo para fomentar un futuro sostenible, sino como determinantes cruciales de la resistencia y la rentabilidad financieras.
Como ya se ha mencionado, en nuestra lucha constante contra el cambio climático, la importancia de medir, gestionar y notificar con precisión las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) nunca ha sido tan crítica. Aquí es donde entra en juego el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (Protocolo GEI), que es la herramienta contable internacional más utilizada por los gobiernos y las empresas para comprender, cuantificar y gestionar las emisiones de GEI. El Protocolo de GEI ofrece un marco normalizado para medir y notificar las emisiones, sentando las bases de políticas y estrategias climáticas sostenibles.
En este artículo, profundizaremos en los entresijos del Protocolo de Gases de Efecto Invernadero dividiendo nuestro debate en secciones clave para ofrecer a los lectores una visión general básica sobre esta herramienta.
El Protocolo de GEI establece la norma mundial para medir y gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero en los sectores público y privado, incluidas las operaciones, las cadenas de valor y los esfuerzos de mitigación. Desarrollado a través de una colaboración de 20 años entre el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), el Protocolo de GEI colabora con gobiernos, grupos industriales, ONG, empresas y diversas organizaciones para aplicar sus marcos. Se basa en los principios fundamentales de transparencia, exhaustividad, coherencia, exactitud y pertinencia. [2]
El Protocolo de GEI consta de dos normas distintas líderes en el mercado: la Norma Corporativa de Contabilidad e Información, diseñada para ayudar a las empresas a medir y notificar sus emisiones con precisión; y la Guía de Alcance 2 para contabilizar las emisiones procedentes de la compra de electricidad. Estas normas ofrecen un enfoque exhaustivo y transparente para medir las emisiones de GEI, lo que permite a las empresas fijar objetivos, realizar un seguimiento de los progresos y tomar decisiones acertadas para reducir su huella de carbono.
En un mundo en el que el cambio climático supone una amenaza cada vez mayor para nuestro medio ambiente y nuestra economía, es crucial que las organizaciones gestionen y mitiguen sus emisiones de GEI. El Protocolo de GEI proporciona un marco normalizado que permite a las empresas medir y notificar con precisión sus emisiones, lo que les facilita la identificación de las áreas en las que pueden reducir su huella de carbono y promover prácticas sostenibles. Además, el GHG Protocol ayuda a las empresas a establecer una base de referencia para las emisiones y fijar objetivos de reducción, lo que se traduce en una mayor eficiencia y ahorro de costes. Al utilizar el GHG Protocol, las organizaciones pueden demostrar su compromiso con la sostenibilidad y responder a las crecientes demandas de las partes interesadas de transparencia en el desempeño ESG.
Un amplio abanico de partes interesadas, entre las que se incluyen empresas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales (ONG), depende de las exhaustivas normas y herramientas del Protocolo de GEI. Estos grupos están unidos por un objetivo común: comprender y minimizar sus huellas de carbono en un esfuerzo por combatir los crecientes desafíos del cambio climático. El Protocolo GEI ofrece un marco riguroso para medir con precisión las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que constituye un primer paso fundamental en cualquier estrategia medioambiental eficaz. Al adoptar estas normas, las entidades están equipadas para establecer objetivos de reducción realistas y aplicar medidas concretas y procesables que contribuyan a obtener beneficios medioambientales sustanciales. Este meticuloso planteamiento no sólo ayuda a mitigar los efectos adversos del cambio climático, sino que también posiciona a estas organizaciones como líderes responsables en la gestión medioambiental.
El Protocolo de GEI surgió a finales de la década de 1990, cuando el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y el Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible (WBCSD) reconocieron la urgente necesidad de una norma internacional para la contabilidad y notificación de los GEI por parte de las empresas. En respuesta, el WRI, en colaboración con grandes empresas como BP y General Motors, publicó en 1998 un informe fundamental titulado "Safe Climate, Sound Business". Este informe establecía un plan de acción global para combatir el cambio climático, destacando la necesidad crítica de un marco normalizado para medir las emisiones de GEI.
Simultáneamente, en el seno del WBCSD se estaban produciendo debates similares. A finales de 1997, altos directivos del WRI se reunieron con funcionarios del WBCSD, lo que culminó en un acuerdo para establecer una innovadora asociación entre ONG y empresas dedicada a crear métodos normalizados de contabilidad de GEI. Para dirigir esta ambiciosa iniciativa, el WRI y el WBCSD formaron un grupo directivo central, integrado por miembros de organizaciones ecologistas (WWF, Pew Center on Global Climate Change, The Energy Research Institute, etc.) y del sector industrial (Norsk Hydro, Tokyo Electric, Shell, etc.). Este grupo tan diverso fue decisivo para orientar el desarrollo de una norma multilateral.
La edición inaugural de la Norma Corporativa se publicó en 2001 y desde entonces se ha mejorado con orientaciones suplementarias. Estas actualizaciones ofrecen metodologías claras para que las empresas midan con precisión las emisiones derivadas de la adquisición de electricidad y otras energías, y contabilicen las emisiones en toda su cadena de valor. Además, el GHG Protocol ha introducido una serie de herramientas de cálculo diseñadas para ayudar a las empresas a cuantificar sus emisiones de gases de efecto invernadero y evaluar el impacto de sus esfuerzos de mitigación climática.
El Acuerdo de París, ratificado en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en diciembre de 2015, representa un compromiso mundial para limitar el aumento de las temperaturas globales, adaptarse a los cambios climáticos existentes y amplificar progresivamente estos esfuerzos. En consonancia con estos objetivos, el GHG Protocol está desarrollando activamente normas, herramientas y programas de formación en línea para apoyar a los países y las ciudades en el seguimiento de sus avances hacia la consecución de los objetivos climáticos.
Al ampliar sus programas, el GHG Protocol se asoció con la Organización Internacional de Normalización (ISO) para desarrollar la norma ISO 14064. Aunque su propósito es similar, estas dos normas presentan algunas diferencias fundamentales.
Característica | Protocolo GEI | ISO 14064 |
Alcance | Completo, desde las emisiones de las empresas hasta las de los países | Centrado en los inventarios de GEI a nivel de organización |
Aplicación | Todos los aspectos del cálculo de emisiones | Cuantificación, seguimiento, notificación y validación/verificación de los inventarios de GEI |
Flexibilidad | Amplia aplicación | Especificaciones más detalladas |
Público destinatario | Gobiernos, empresas, ONG y otras organizaciones | Empresas u organizaciones que requieren verificación por terceros |
Estructura | Dos normas separadas para las emisiones a nivel de organización (Norma Corporativa) y las emisiones a nivel de producto (Norma de Contabilidad e Información sobre el Ciclo de Vida del Producto). | Una norma para todos los inventarios de GEI |
El GHG Protocol es un líder mundialmente reconocido en el desarrollo de normas internacionalmente aceptadas para medir y notificar las emisiones de gases de efecto invernadero. A lo largo de los años ha pasado de ser una colaboración entre dos organizaciones a una asociación de múltiples partes interesadas que incluye empresas, gobiernos y ONG. Las exhaustivas normas y herramientas del GHG Protocol no sólo han ayudado a estas entidades a medir con precisión su huella de carbono, sino también a posicionarse como líderes responsables en la gestión medioambiental.
Fuentes:
[1] https://www.pwc.com/gx/en/services/audit-assurance/corporate-reporting/esg-investor-survey.html
[2] https://ghgprotocol.org/about-us
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