El aumento de la población urbana y la mejora del nivel de vida en los últimos años han disparado considerablemente la generación de residuos en China. Según expertos del Instituto de Ciencias Geográficas e Investigación de Recursos Naturales, el Centro de Investigación de Políticas y Economía Medioambientales y el Instituto de Meteorología de Nanjing, los residuos urbanos de China incluyen la basura generada por las actividades cotidianas de los residentes, la recogida de basuras, el barrido de calles, así como la actividad comercial y no comercial. La basura doméstica se compone principalmente de restos de comida, papel, plásticos, etc., y contribuye a una gran parte del total de residuos urbanos. El Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de China (MEE) informó que, en 2018, las 200 ciudades grandes y medianas del país produjeron 211,47 millones de toneladas de residuos. Shanghái registró la mayor cantidad de residuos desechados por los residentes, con 9,84 millones de toneladas, seguida de Pekín, Guangzhou y Chongqing.

Sin embargo, un tratamiento inadecuado de los residuos podría desencadenar graves problemas medioambientales. En concreto, las sustancias tóxicas procedentes del vertido de residuos y del tratamiento en vertederos podrían contaminar las aguas superficiales y subterráneas, lo que a su vez afectaría negativamente a la calidad del agua y a la biodiversidad acuática. Los métodos incorrectos de incineración de residuos también liberan gases tóxicos y generan un exceso de partículas en suspensión (PM).

Los principales métodos de gestión de residuos en China son los vertederos y la incineración.

China ha estado buscando formas de eliminar los residuos de forma no peligrosa mediante una gestión más eficaz de los residuos en las zonas urbanas. Los principales métodos de eliminación de residuos no peligrosos en China son los vertederos sanitarios y la incineración. Por vertedero sanitario se entiende el almacenamiento de residuos sólidos urbanos (RSU) en lugares específicos tapados y con un fondo de materiales especiales para evitar la entrada de sustancias químicas tóxicas en el suelo. Este método ha constituido la mayor parte del tratamiento de residuos urbanos en China debido a su bajo coste y sencillez de aplicación. Según el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano-Rural (MOHURD), en 2018, los residuos domésticos vertidos en vertederos sanitarios ascendieron a 6,63 millones de toneladas, lo que representa 60,8% del total de residuos domésticos vertidos en China. Sin embargo, las tecnologías subdesarrolladas de relleno sanitario en China y los diseños defectuosos de dichos sitios fallaron en el aislamiento de los residuos y aún generan problemas ambientales.

De hecho, la eliminación en vertederos es una forma habitual de gestión de residuos en todo el mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos, según la agencia de noticias Waste Today, sus 30 mayores vertederos recibieron 60 millones de toneladas de RSU en 2019. Los datos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos también revelaron que la eliminación en vertederos constituyó 52,1% del tratamiento total de RSU en 2017, mientras que el reciclaje representó 25,1% y la combustión de residuos 12,7%, respectivamente.

Comparativamente, la incineración de residuos está ganando cada vez más popularidad en China. En comparación con los vertederos sanitarios, la incineración es relativamente más eficaz en el tratamiento de residuos, ocupa poco espacio y maximiza la descomposición de algunos elementos tóxicos. Además, a través de la combustión, una incineradora de residuos también produce electricidad, creando un proceso de recuperación de energía. Según BJX.com, una fuente china de noticias sobre energía, la producción de energía a partir de la quema de residuos se ha adoptado ampliamente en China. En 2018, la capacidad de generación de energía de las centrales térmicas alcanzó los 48,1bn KWh, lo que representa un aumento de 28% YoY.

Mientras tanto, las autoridades chinas también están promoviendo un mayor uso de la incineración de residuos. Como parte del XIII Plan Quinquenal del país, la NDRC publicó en 2016 normas sobre la construcción de instalaciones para un tratamiento más seguro de los RSU. El plan tenía como objetivo aumentar la proporción de incineración de residuos hasta al menos la mitad de la capacidad total de tratamiento de residuos peligrosos en China para 2020.

Según el Instituto de Investigación de la Industria de Qianzhan, China solo contaba con 67 instalaciones de incineración de residuos en 2005. En abril de 2019, sin embargo, el país había aumentado el número de instalaciones de este tipo hasta 428 instalaciones. Además, había 216 incineradoras de residuos en construcción. El MOHURD también reveló que las incineradoras del país quemaron 3,31 millones de toneladas de basura doméstica en 2018, lo que representa 30,3% del tratamiento total de residuos domésticos, después de los vertederos sanitarios. La cantidad total de todos los residuos incinerados alcanzó 101,85m de toneladas en 2018, un aumento de 20,3% YoY. Se prevé que la capacidad anual de incineración en China alcance los 200 millones de toneladas a finales de 2020.

Los reguladores crean una política de apoyo a una gestión más eficaz de los residuos

Clasificar la basura

En la última década, el gobierno chino ha puesto en marcha políticas específicas para abordar los problemas derivados de la clasificación ineficiente de la basura y la mala gestión de los residuos. Desde el punto de vista medioambiental, las tecnologías existentes empleadas en los vertederos y la incineración aún no impiden por completo la entrada de sustancias nocivas en las actividades de procesamiento. Esto, a su vez, puede contaminar las fuentes de agua, la tierra e incluso afectar a la salud de los seres humanos. Una clasificación y recogida eficaces de la basura eliminan las sustancias no degradables y otros elementos nocivos que el ecosistema no puede absorber. El proceso podría reducir significativamente las cantidades de basura que necesitan un tratamiento adecuado y facilitar así el seguimiento de los procedimientos de tratamiento de residuos.

Desde 2017, el gobierno chino ha estado poniendo a prueba la clasificación gradual obligatoria de la basura. En diciembre de 2017, el MOHURD emitió un aviso en el que instaba a 46 grandes ciudades, como Shanghái y Shenzhen, a poner en marcha directrices y objetivos anuales de clasificación de residuos. Más tarde, en julio de 2019, el gobierno municipal de Shanghái hizo cumplir las normas de gestión de residuos urbanos, iniciando oficialmente un proceso obligatorio de clasificación de basura. Los datos del regulador local mostraron que la ciudad recogió y transportó 968.600 toneladas de basura doméstica en junio de 2020. Se recogió una media de 6.813,7 toneladas de materiales reciclables al día, lo que supone un aumento del 71,1% interanual, mientras que el volumen de residuos peligrosos clasificados al día se multiplicó por 11,2 hasta alcanzar las 3,3 toneladas.

Incineración de residuos

Con el apoyo del gobierno, China ha experimentado una rápida expansión de su industria de producción de energía a partir de residuos. A principios de octubre de 2016, la NDRC y varias agencias gubernamentales publicaron directrices para fomentar la incineración de residuos urbanos, incluido el mencionado 13º Plan Quinquenal, en el que se pedía a los gobiernos locales que priorizaran la construcción de instalaciones de incineración y elevaran la proporción del volumen de residuos incinerados en la eliminación total de residuos a 50% para finales de 2020. Además, en 2019, el Consejo de Estado seleccionó once ciudades y cinco áreas, incluidas Shenzhen y Sanya, para pilotar programas libres de residuos en 2019. El plan tiene como objetivo crear ciudades libres de residuos que prioricen la eliminación de residuos inofensivos a través de la incineración y otros enfoques, con el fin de minimizar la producción de residuos y fortalecer el reciclaje de recursos.

Aunque se han puesto en marcha una serie de políticas de apoyo a la industria de incineración de residuos, los organismos reguladores también están imponiendo más restricciones a las organizaciones gubernamentales de este sector para mantener un desarrollo sostenible. Por ejemplo, los residentes pueden manifestar una fuerte oposición a la construcción de incineradoras de residuos en sus comunidades cercanas, preocupados por que las emisiones no normalizadas puedan deteriorar el medio ambiente local y perjudicar su salud. Para aliviar el llamado síndrome "No en mi patio trasero" (NIMBY, por sus siglas en inglés), el MEE emitió normas que entraron en vigor el pasado enero para reforzar el control automático de los residuos enviados a las plantas de energía. Las normas dejan claro que los datos del control pueden utilizarse como prueba contra una planta incineradora de residuos en caso de que haya infringido alguna norma medioambiental. La política pretende disuadir a las incineradoras de realizar emisiones o vertidos contaminantes ilegales.

La ampliación de la clasificación de basuras y el desarrollo de la tecnología de eliminación requieren políticas de ámbito nacional

Una clasificación eficaz de la basura no sólo podría reducir la dificultad de procesar los RSU, sino también disminuir el impacto ambiental al aplicar otros procedimientos de tratamiento de residuos. Por tanto, la clasificación de la basura se convierte en un requisito previo para una mayor eficiencia del vertido sanitario y la incineración. Sin embargo, la mayoría de las ciudades chinas aún no han implantado plenamente los mecanismos obligatorios de clasificación de residuos. Por lo tanto, es necesario ampliar a escala nacional los requisitos de clasificación obligatoria de la basura para obligar a los ciudadanos a aumentar su participación en la gestión de residuos.

Además, las ciudades bien desarrolladas, con poblaciones en aumento pero recursos de suelo limitados, se enfrentan a la necesidad urgente de desarrollar tecnologías de incineración de residuos más eficientes. Sin embargo, las tecnologías existentes no consiguen eliminar por completo los contaminantes durante el proceso de incineración. Esto requiere que los reguladores y los agentes del mercado relacionados aumenten la inversión en investigación para avanzar en la innovación tecnológica. Además, la inversión inicial para construir una incineradora de residuos es superior a la de construir un vertedero sanitario, mientras que los costes operativos de seguimiento podrían suponer una pesada carga financiera para algunas ciudades pequeñas. Aunque el enorme gasto podría disuadir a los agentes del mercado de mejorar las instalaciones regionales de incineración de residuos, las políticas nacionales, como los incentivos fiscales u otras formas de apoyo, podrían fomentar un mayor compromiso. 

Referencias:

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